Entre mis sábanas, encuentro uno de tus cabellos y tu olor me invade. No está ahí sino en mi cabeza pero lo siento, ese olor que destilas a cualquier hora del día, ese que te pertenece. Con los primeros rayos del sol en mi cara percibo tu aroma y te siento dentro de mí. Te huelo en mi mente y estamos en todos lados y en ninguno. Siento el salitre en tu piel de esa playa que nos vio enamorarnos, siento la humedad de esas lágrimas que hemos derramado pero que no fueron lloradas en vano, siento el sudor al que me he vuelto adicto, siento tus manos estrujando mi alma, tu mirada en la mía, mi lengua en tu cuello, tu aliento susurrando esas palabras que han de quedar en secreto entre nosotros.
Es increíble lo mucho que puede hacer un aroma y más increíble es lo que puede hacer aún cuando está sólo en tu mente. Aún no despierto y estamos aquí, allá y en todos lados. Mis sentidos se activan con el más mínimo de los estímulos, pero es tuyo así que tiene sentido. No sabía lo importante que eran los detalles, lo decisivo que es un beso, lo memorable que es una caricia, lo placentero que es un olor. Te huelo y estás aquí conmigo, entrelazados, corazones acompasados, una misma meta. Te huelo y estoy dentro de ti. Te huelo y sé que es así.
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