Las fiestas no siempre son sinónimo de alegría, presentes, cenas en familia, ebriedad hasta el amanecer, ingesta socialmente correcta de carbohidratos, kilos de papel de regalo, cajas de juguetes por doquier, pinos artificiales y adornos que dejan escarcha a su paso. Sí, para mucha gente la Navidad es más que una buena manera de inyectarle vida a la economía mundial basándose en tradiciones religiosas cronológicamente incorrectas [no, Jesús (suponiendo que realmente existió) no nació un 24 de diciembre a la medianoche... Y sí, Ricky Martin es gay, disculpame por resaltar lo obvio].
Pero defiendo la moción de aquellos que odian éste tipo de celebraciones o, no necesariamente las odian [despues de todo es una palabra fuerte], pero les resulta un día más de los 365 que tiene el calendario. Para mí, es una excusa para mimar con regalos a las personas que aprecio y valoro. Por suerte para mi bolsillo son pocas, aún más si tomas en cuenta el factor de la reciprocidad. Para otros, es algo vacío y netamente capitalista. Lo que no podemos negar es que se busca promover valores de unidad y paz y eso siempre es positivo, en especial en nuestra caótica sociedad.
Sin embargo, no pienso hacer un análisis extenso ni destruir en un par de párrafos una tradición mundial con cientos de años. Sólo planteo [de manera muy vaga y superflua] 2 puntos de vistas válidos en relación a un tema, el debate [as usual] lo haces tú en tu cabeza. Cómelo, procésalo, digiérelo y expúlsalo como mejor te parezca. Aquí mi regalo de Navidad cortesía de una de mis bandas favoritas en lo que a musica en español respecta, ¡gracias por leer!