"El infierno son los otros". Éste es el mantra de No Exit, un texto original del filósofo francés Jean-Paul Sarte y adaptado en los espacios de la Sala Rajatabla por el grupo de teatro La Salamandra, bajo la dirección de Loredana Volpe.
Tres extraños (Garcín, Inés y Estelle) son conducidos por un mayordomo (Nailse) a una habitación de hotel en la que no hay ventanas ni espejos; nada más que tres muebles, una estatua de mármol, un abrecartas y la presencia del otro. Todos saben muy bien dónde están y por qué están allí. Han muerto y están en el único lugar en el que podían terminar tras sus acciones en vida: el infierno.
Sin poder pestañear ni dormir por la eternidad, esperan inútilmente a un verdugo que nunca llega. Esperan hasta darse cuenta que serán juzgados y torturados entre ellos mismos en un lugar donde el tiempo no se detiene. Miradas ajenas que nunca paran, miradas que desnudan hasta lo más oscuro del alma y condenan, castigan, mantienen viva la culpa que los carcome por dentro.
No Exit es una obra existencialista hasta más no poder, y mantiene al espectador en una tensión perenne. Claustrofobia, angustia e incertidumbre es lo que transmite la pieza; un infierno en las tablas. Las actuaciones del trío de protagonistas - Edmundo Bianchi, Loredana Volpe y Fabiola Arace - son sólidas, destacando personalmente la interpretación del personaje de Estelle (Fabiola Arace). Mucha mierda para un montaje que si bien es denso y pesado emocionalmente hablando, te recuerda las cosas buenas que se pueden hacer en casa.
