Tus indirectas resultan muy directas para mí. No hace falta nombre y apellido. Son cosas que quedan implícitas y resultan obvias para el que sabe leer entre líneas. Soy el sujeto tácito de tu verbo y predicado y lo entiendo. No busco justificarme ni disculparme, muchos menos hacerte sentir mejor [hay batallas tan perdidas que no vale la pena ni intentar lucharlas]. Si tú recurres al anonimato en tus apologías yo también utilizaré el mismo recurso cobarde, escudo predilecto de todos aquellos que evitamos los conflictos. Huir del dolor siempre es lo mejor.
El corazón es el único órgano que da la vida y la quita. Todos caminamos sobre corazones rotos que pavimentan nuestro camino, sobre las ilusiones resquebrajadas de otros. Fragmentos del alma que reflejan sueños perfectos, demasiado perfectos para ser más que sueños. La vida no es complicada sino que uno la complica, eso también es muy cierto. El tiempo es el juez definitivo de todo y esto no es más que una unión de letras que dicen todo y no dicen nada. Palabras redactadas con relativa coherencia para decir lo que tú quieres que digan; los escritos dejan de ser del escritor cuando salen de su mente y cobran vida en el plano físico [o virtual]. Estas palabras ya no son mías, son tuyas ahora y te las regalo: ¡úsalas como mejor te parezca!
Ficción, realidad… Who cares?
