A la 1, a las 2 y a las 3...¡saltas y ya!. Todo acabó, el dolor se alivió, las penas se esfumaron junto con tu esencia y lo peor ya pasó. Indoloro, insípido, insignificante, rápido, efectivo, seguro, aprueba de errores y arrepentimientos. Sin vuelta atrás, lo haces y ya; sí o no, así de sencillo, no hay lugar para dudas, inconsistencias, inseguridad ni titubeos.
Los segundos parecen eternos pero no es como en las películas ni nada por el estilo, tu vida no pasa ante tus ojos en 5 segundos. Sólo piensas en cosas: en tus conocidos, en tu familia, en tu eterno amor secreto, en el dolor que les vas a causar a algunos, en la indiferencia que tu muerte le va a causar a otros. Piensas en muchas cosas, en lo bueno y en lo malo, te cuestionas todo hasta el último segundo, te dices que esa salida no era la correcta pero eso empeora las cosas. Se te acelera el corazón, las palpitaciones tan agitadas te destrozan las venas y arterias, no aguantas el ritmo de tal agitación, sientes un nudo en la garganta, deseas emprender vuelo o retroceder el tiempo pero es inútil, de nada sirve desear lo imposible ni añorar el pasado.
Ya falta poco, sientes que vas a explotar y así es, todo el dolor acaba antes de empezar. Te vienes y acabas antes de que empiece la acción por darle tanta rienda suelta a la imaginación. Sin darte cuenta tuviste el mejor orgasmo que alguien pueda desear o siquiera imaginar, algo que ni la misma Jenna Jameson concibe posible: sutil pero regio, suave pero agresivo, implacable, glorioso, patético. Sin darte cuenta ya todo pasó, te desparramaste sobre todo el pavimento. No eres más que manchas, tacazos de alma y trozos de sesos. Sin darte cuenta tuviste sexo con el concreto...¡el mejor amante que vas a encontrar!...Qué patético que algunos piensen así.

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