miércoles, 23 de abril de 2014

Mucho ruido, poco pelo



Pelo Malo es una de esas películas que crean expectativas enormes alrededor de sí y esto es un arma de doble filo. Los numerosos premios que ganó esta obra de Mariana Rondón en el extranjero y lo tardío de su estreno en la cartelera nacional, lograron que el público se interesara en verla pero esperando disfrutar del mejor largometraje de sus vidas – lo cual es un reto de por sí para cualquier film.


La historia se centra en el personaje de Junior (Samuel Lange Zambrano), un niño de 9 años y pelo crespo que sueña con alisarse el cabello para su foto escolar. Esta resulta ser una petición que su madre, Marta (Samantha Castillo), no sabe cómo manejar. Viuda y desempleada, Marta se debate entre el amor por su hijo y sus prejuicios contra la homosexualidad, lo cual hace mella en la relación entre ambos y es el detonante para un conflicto que irá in crescendo a lo largo de la trama. 


Como ya es común en el cine venezolano, Pelo Malo toca de cerca la realidad del país y refleja la pobreza que se vive en muchos sectores de la población. Con los bloques caraqueños del 23 de Enero como escenario principal, la película no sólo plasma realidades sociales de manera vívida, sino que coloca al espectador en un contexto histórico que le da más credibilidad a la pieza. 


Más que un largometraje sobre la homosexualidad, es un film sobre la familia y sobre cómo una mentalidad retrógrada a veces puede más que el amor. Con actuaciones impecables (lo más destacable de todo), un guión sólido y humor inteligente, es una producción que vale la pena ver. Cada espectador decidirá si al final la película cumple con sus expectativas, pero en definitiva, Pelo Malo no puede salir de cartelera y haber sido pasada por alto.


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