¿Callar o decirlo? ¿Gritarlo a los cuatro vientos o disfrutarlo en privado como una historia de dos? Tan acostumbrados estamos a exponernos diariamente en las redes sociales, que resulta una anomalía de la matriz el tener una pizca de privacidad. Una historia que no está publicada en un TL de Twitter o documentada en un álbum de fotos de Facebook. No todos tienen que estar al tanto hasta del último aspecto de tu vida, porque a fin de cuentas, no comemos con las opiniones y percepciones ajenas. Vivimos por un like y un RT, cuando tenemos que vivir por vivir.
Claro, cuando las inseguridades pueden más que la confianza, es normal que las red flags se activen como un reflejo automático de nuestras auto-defensas emocionales. Cuando eso pase, date tú mism@ una bofetada cual novela mexicana.
Cuando las sonrisas tienen nombre, apellido y tus mismas iniciales, sólo importa el hoy. El ahora. El nosotros. Esto, como queramos llamarlo. Como sea que se desarrolle. Viva, muera, dure o perdure: it's for us, so let's enjoy it.
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