Más piel que mezclilla, más alcohol que sentido común, más maldad que edad. La Lolita es un depredador al acecho de su próxima víctima, a la espera del próximo tonto que caiga en sus garras. Sofía no tenía la culpa de pertenecer a esa especie, de tener esa inocencia ambigua bañada en sexo y perversión que llama al caos y al descontrol.
Plataformas, medias de malla rotas, hot pants de jean, camiseta blanca, uñas afiladas, un vacío en el alma, sostén negro, aretes en forma de cruz, ojos de mapache y bucles decolorados por el sol artificialmente. Una barba - su debilidad; un anillo de casado - un reto; un pecho con vellos - su delirio; una billetera llena - lo que realmente hace que sus jugos vaginales fluyan. Hombres anónimos van y vienen, entran y salen [literalmente]; Pablo fue más allá del anonimato. El único nombre que retumbaba en su cabeza mientras esta chocaba contra las cabeceras de otras camas. Ninguno la hace acabar como él, ninguno la humilla como él, ninguno se niega a amarla como él.
Juegas con fuego y te quemas. Si apuestas con los sentimientos, recuerda que la casa siempre gana.
Esto es lo que pasa cuando escuchas a Lana Del Rey y tienes una computadora con Internet al alcance: no escribes más que retazos de historias inconclusas de lolitas hipsters sufridas y pervertidas con complejo de Electra y una aversión a la felicidad. Algún día mis historias tendrán principio y final.



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