sábado, 9 de febrero de 2013

SIMPLIFICA. EDITA. SUPRIME.


La vida sería más sencilla sin los prejuicios y las predisposiciones. Todo sería más sencilo si TODO fuera más sencillo, así de sencillo sería todo. La complicación viene como resultado directo de que nosotros mismos somos los que complicamos las cosas, como máquinas infalibles en el arte de tropezar reiterada y acertadamente con la misma piedra [again and again, over and over].


Mi abuelo dijo muy sabiamente una vez: 
"El hombre mientras más se civiliza, más problemas se crea."
Quizás la solución está en volver al estado más puro y natural de nuestra condición de animales que somos. "Pensantes", pero animales al fin. La habilidad de pensar está sobrevaluada, el ignorante es siempre el que vive más feliz. 

Simplificar, suprimir nuestro devaluado raciocinio [como la moneda] hasta que no quede nada más que el instinto y las necesidades básicas. Sobrevivir sin el teléfono de moda, la ropa de la temporada, las chucherías electrónicas y demás banalidades típicas del hombre citadino moderno. Son muchas las cosas que son tan inútiles pero que se han vuelto tan vitales y necesarias que podrían asustar a cualquiera que hubiera nacido hace cinco generaciones atrás. Quizás hay cosas vintage como la sencillez que deberían ponerse de moda [hipsters del mundo: esto es con ustedes].

Si, son puras estupideces y disparates sin sentido pero lo absurdo se procesa mejor cuando se lee que cuando se piensa. Drenaje de frustraciones hecho letras. Bofetada instantánea.

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